lunes, 11 de febrero de 2013

Capítulo dos: La dama inmortal (parte 1)

Anima: Lady of Death by `Wen-M

Poco tiempo había pasado desde que aquella chica pelirroja salía de Markushias dirección dios sabe donde cuando en el camino se cruzó con una extraña muchacha con ropajes blanco y rojos, larga melena rubia y, a más destacar, una extraña banda metálica cubriéndole la parte de los ojos. Incluso cuando parece que no podía ver con dicho metal se dirigió con paso decidido hacia aquella chica lucrense.

-Te estaba esperando, Nordin. -fué como empezó la conversación. -Tu nombre puede ser peligroso al encontrarte con algunos, beneficioso para otros. Es tu elección juzgar a quien debes presentarte, pero por ahora... -continuó extendiendo la mano. -dame el anillo que te dio tu padre, el anillo de la familia Nordin. Tenerlo sí es peligroso, te lo devolveré cuando sea oportuno.

-¿Quién eres?- Fue lo único que dijo la extrañada lucrense, pero solo recibió el silencio por respuesta.- ¿Como sabes mi nombre? ¡Contesta! - Insistió
-Sé muchas más cosas, pero no te enfades por ello, solo intento protegerte de aquello que huyes. - Contestó  tranquilamente la chica.
-¡Yo no estoy huyendo de nadie! Quiero que me encuentren.- Contestó decidida.
-¿Y para qué quieres ser encontrada? - Preguntó con cierta sorna la misteriosa chica.
-¡Para vengar a mi padre!
-Tu padre sigue vivo, Nordin, ¿no te referirás al señor Hector Veins?- Se produjo un tenso silencio tras estas últimas palabras. Lylianna miraba a la misteriosa encapuchada con el ceño fruncido más enfurecida de lo que se había sentido en su vida. - La muerte del señor Veins está completamente justificada y lo sabes.
-¿¡Qué quieres decir!? ¿Por qué le mataron? ¡Él no hacía daño a nadie!-Exclamó mientras contenía su impulso de sonsacarle las repuestas a la fuerza.
-Lo sabes perfectamente, el señor Veins era un asesino mercenario, dime, ¿qué ocurre con alguien que no hace bien su trabajo?- Preguntó impasible.

El silencio volvió a inundar aquel inesperado encuentro, la joven Nordin relajó sus brazos mientras miraba al suelo.

-Su...Supongo que es objetivamente lo más...razonable.-Murmuró cabizbaja mientras observaba a aquella chica. - ¿Como sé que puedo confiar en ti?
-¿Tienes alguna otra alternativa?-Al ver a Lylianna bajar la mirada la chica continuó.-Ahora entrégame el sello, y recuerda, ten cuidado con a quién das tu nombre y es posible que incluso llegues a conocer a tu padre.
-Él no es mi padre...-Dijo mientras le entregaba el anillo, tras eso se marchó sin mirarla.
-Volveremos a vernos, Nordin.-Se despidió cordialmente la chica y cada una tomó un camino distinto.

Era un soleado día. Un buen día para salir a caminar. La suave brisa mecía la hierba mientras la despreocupada Nordin caminaba tranquilamente. Nadie la esperaba, ni tenia prisa por llegar a ese desconocido destino. El viento sopló y un mechón de pelo se puso en su cara y suavemente se lo retiró colocándolo detrás de la oreja. Este gesto hizo que las dagas que ocultaba tras la gabardina destellaran bajo la luz de sol... ella solo era una dama lucrense. Se colocó bien su ropaje y ocultó las armas de ojos indiscretos.

Paseando tranquilamente el camino que rodeaba el linde del bosque de Matsu, un silbido parecido al de una hoja rasgar el aire se acercó hacia Lylianna, pasó rozando la figura de esta y se clavó el arma en el suelo... una enorme guadaña decorada con diversas calaveras se encontraba allí incrustada. Aquella desconcertada chica observó el arma y lentamente pasó a mirar la trayectoria. En su mente recordó anécdotas de su vida cuando paseaba por los pasillos de la universidad, vagueando a sus catorce años, oyendo diversas clases y entrando en ellas por mero aburrimiento. Fue entonces cuando cayó en la cuenta de que... había aprendido algo. Con un poco de tiempo y varias pintadas en la tierra pudo conocer la procedencia aproximada desde donde salió volando tal arma. La chica sonrió, al parecer eran útiles tales clases.Tomó el arma y fue al interior del bosque esperando encontrar algo que le distraiga.

Poco tardó, pues una extraña figura emergió del bosque dirigiéndose hacia la chica. La mitad izquierda muestra una mujer hermosa con largos cabellos rosados; si embargo, bajo la mirada extrañada de aquella chica lucrense se encuentra la mitad derecha de aquella mujer, una mitad donde el esqueleto es lo único que se puede ver. Lylianna la observó en silencio replantándose seriamente si estaba alucinando, podía admitir la existencia de vampiros, pero aquello se saltaba toda lógica.

-¡Oh, mi guadaña, muchas gracias por encontrarla!- Exclamó sonrientemente la mujer.
-No hay de que...-Contestó Lylianna completamente incrédula mientras le extendía el mango del arma.
-¿Dónde la encontraste?- Preguntó mientras examinaba minuciosamente si había algún desperfecto en el arma.
-Cayó cerca de la linde del bosque. -Contestó la chica con desenvoltura - Pero, si no es mucho preguntar ¿Cómo la lanzó? Quiero decir, no parece que usted halla podido lanzarla desde tan lejos con tanta fuerza.
-No la lancé, rebotó, contra un escudo mágico.- Explicó mientras seguía comprobando el estado de su guadaña. Su voz era extrañamente cálida y suave, completamente contraria a su aspecto.
-Ah, lo normal.- Contestó Lylianna con ironía, pero al parecer no fue captada.
-Oye, perdona que te moleste con otro favor, cielo, pero ¿Has visto a un hombre bajito, entre los 40 y 60 años, con túnica amarillenta, que se frota mucho las manos, así encorvado y con lentes por el bosque?- Enfatizaba con gestos toda la descripción.
-No, solo la he visto a usted, lo siento ¿Le busca por alguna razón en especial?
-Razones laborales- sujetó la guadaña de forma que reflejara levemente un rayo de sol. ese gesto produjo un escalofrío en lylianna que le indicó que mejor no preguntar demasiado.
-Si le veo, avisaré...Buenos días.- La muchacha se despidió y siguió su camino.


Después de una hora en camino, Lylianna se dio por vencida y admitió para si misma haberse perdido. Aunque el paisaje era bonito y no tenía un rumbo fijo, le era incomodo no saber que camino seguir... pues no había camino. Estaba ya anocheciendo cuando una figura apareció del bosque.

-¡Eh, tú, mujer! Ven aquí- Al alzar la vista vio a un anciano tal y como la extraña figura describió. - ¿Qué demonios haces a estas horas sola en el bosque? Bah, no importa, ven, no puedes andar sola a estas horas, realmente a ninguna, eres una mujer.

Realmente Lylianna tenía varias contestaciones a todo lo que decía el anciano, pero hablaba tan atropelladamente que no daba tiempo a la joven dama a abrir la boca cuando ya volvía a ofenderla.

-¿¡Qué haces ahí parada, mujer!? ¡Vamos, antes de que ese shinigami me vea!-Siguió su camino encorvado con una soltura que quedaba extraña para la edad que aparentaba.

Normalmente no le hubiera seguido pero aquello de "shinigami" llamó su curiosidad y decidió seguir al hombre, aunque le costaba alcanzar su ritmo.

-Disculpe señor, es que normalmente una dama no debe confiar en desconocidos...¿Quién es usted exactamente?-Dijo mientras apartaba el sin fin de ramas que encontraban durante su camino.
-¿Cómo, no sabes quién soy yo? No se ni por qué te culpo, las mujeres no entendéis de estudios.-Tomó aire con aires de grandeza- Soy Eric Reikfor, el mejor herbolario sobre Gaia, y  ahora mismo me encuentro en una investigación importántisima para el mundo.
-¿Y cual es, Señor Reikfor?-Preguntó lo más cándida y dulce que pudo.
-Profesor Reikfor para tí.-Se aclaró la garganta-Ni más ni menos que en la obtención de mi inmortalidad.
-¿Puede volver a la gente realmente inmortal?
-¿Es que no escuchas? He dicho mi inmortalidad.-Lylianna esperaba que ese sujeto hablara en broma, pero no era así.-Cómo si hubiera alguien lo bastante importante como para merecer la inmortalidad a parte de mi...-Volvió a tomar aire.-Me encuentro en este bosque para recolectar diversas plantas medicinales para mis investigaciones...-Miró al frente-Ya hemos llegado.

La casa de Eric consistían en un agujero en un árbol hueco por dentro, todo estaba desordenado, sucio y olía a comida putrefacta. El único mobiliario era una pequeña lumbre con un caldero oxidado y miles de estanterías con diversas botellas de colores raros y etiquetas desgastadas, en una esquina se encontraba un camastro con un montón de mantas.

-Bueno ya que estás aquí ponte a limpiar, mujer.- Eric se tumbó en el camastro y se pasó los brazos por detrás de la cabeza.
-No pienso tocar nada de esta casa.-Contestó ella indignada.
-Hmpf, da igual, mañana ya no la necesitaré.-Eric miró al techo por un momento divagando en sus pensamientos.-Puedes dormir ahí-señaló un montón de mantas en una esquina.-Sí, sé que soy generoso, no me des las gracias.
-Ya tengo yo mi propia manta.-La chica se fue a un rincón y sacó su manta, demasiado nueva para ser la de una viajera.-Oiga, profesor, tengo una pregunta ¿A qué se refería usted con shinigami?
-A un dios de la muerte, un enviado para sesgar toda vida que toque...por brillante que sea.
-¿Y por qué le busca? Si no es mucho preguntar...
-Porque soy un genio, pero no te preocupes por esas cosas, mañana te llevaré a mi lugar de trabajo. Prepárame el desayuno para cuando despierte, mujer.
-Tengo nombre ¿Sabe?-Refunfuñó Lylianna.
-¿Me ves cara de que me importe?

Lylianna se tumbó y contempló la estantería vio pociones de toda clase, para el dolor de barriga, para la halitosis, para resfriados... Pero entre ellas vio otras más extrañas, "viaje astral", "resurrección". Los ojos de la muchacha saltaban entre las botellas como los de un niño en una pastelería, pero el cansancio venció y Lyli acabó quedándose dormida.

Continuará...

viernes, 7 de diciembre de 2012

Trasfondo de Alisa





Alisa nació en Eron, sus padres pertenecían al ejército, pero murieron cuando ella era pequeña. Junto a su hermano Alexei se trasladaron entonces a Nikoleva, a vivir con su abuelo Sacha Volkov. Sacha había tenido cuatro hijos, pero tres de ellos habían muerto y el cuarto llevaba años desaparecido, de sus nietos solo sobrevivían ellos dos. Era un hombre de familia modesta, que tenía el puesto de sargento en la guardia de la ciudad, algo de lo que estaba muy orgulloso. Desde el primer momento intentó inculcar a sus nietos la importancia de lo que hacía y que debían proteger a la gente. Alexei nunca hizo mucho caso a los discursos de su abuelo, pero la idea de que era su deber proteger a los débiles y a la gente en peligro caló hondo en la pequeña Alisa, que había tomado a su abuelo como modelo.

Solían jugar con Hikaru, un muchacho de Shivat que llevaba tiempo establecido en Nikoleva, su madre regentaba la posada donde el abuelo de Alisa solía emborra… pasar sus horas libres. La madre de Hikaru, Natsumi, solía hacerse cargo de los amigos de su hijo cuando Sacha quedaba inconsciente. A Alisa le encantaba oir contar historias de los pueblos por los que había pasado en sus viajes y las tradiciones de su país. Cuando cumplió 12 años, Natsumi le regaló un abanico de cuchillas que para ella se convirtió en su más preciado tesoro. La belleza podía ser mortal, le recordaba el abanico. No tenía que convertirse en un guerrero sucio y bruto para ser mortífera.

Alexei no quería entrar en el ejército personal del duque Dimah, aunque su abuelo le  insistía mucho. Allí estaba su futuro, decía, pero el joven prefería la poesía y el teatro, para vergüenza de la familia, que no sabían de dónde había sacado el joven esas aficiones. Un día llegó una compañía de artistas ambulantes y Alexei se quedó prendado de la primera actriz. Apenas estuvieron allí una semana, pero cuando se marcharon, Alexei se fue con ellos sin decirle nada a su familia.

Después de su partida, Sasha fue más duro con Alisa, a la que entrenó con dureza para que fuera una gran luchadora y le regaló su primer estoque. Ella sentía sobre sus hombros el peso de toda la herencia familiar y no quería decepcionar a su abuelo. Terminaba cansada de los entrenamientos, pero contenta al ver cómo, poco a poco, iba controlando su cuerpo.

Hikaru le decía que eso no era suficiente y le habló del Ki. Algunos lo consideraban magia, la mayoría decían que eran capacidades de la mente que había que desarrollar con el mismo entrenamiento que se usaba para el cuerpo. La madre de Hikaru tenía algunos conocimientos y se los enseñó, después Hikaru quiso buscar un maestro mejor. A Alisa le preocupaba, porque todo eso estaba muy cerca de la magia y un agente de Tol Rauko se alojaba en la posada de Natsumi y miraba con malos ojos a todos con los que se cruzaba.

Hikaru no tenía miedo, bueno, ella tampoco, y si lo tenía no iba admitirlo, por supuesto. Hikaru le contó que el agente iba detrás de una joven lavandera llamada Ekaterina. Alisa la conocía, tenía un aspecto vulgar, pero sus ojos eran tan claros que parecían de plata. Tenían la misma edad y habían hablado algunas veces. Se contaban sus sueños, que muchas veces eran extraños o absurdos. Cuando Alisa vio que el agente de Tol Rauko iba a por ella no dudó en proteger a su amiga, aunque para ello tuviera que matar al hombre. No sirvió de nada, al hombre lo siguió un grupo que se llevaron a Ekaterina. Alisa ideó un plan para rescatarla, pero llegó tarde, ya habían acabado con ella sin que pudiera hacer nada por salvarla.

Se sintió mal por haber fallado y un poco preocupada por haber llamado la atención de la gente de Tol Rauko, aunque no demasiado. Quiso contárselo a su abuelo, pero vio que estaba preocupado, las cartas de Alexei llegaban cada vez con más frecuencia y su abuelo pensaba que el joven estaba metido en líos. Alisa se ofreció en ir a buscarlo, pero su hermano se movía mucho, cada carta les llegaba desde un sitio distinto.

Hikaru se ofreció a acompañarla, quería viajar a su país natal, que no había visto nunca, y podrían hacer parte del camino juntos. Viajaron durante un tiempo, hasta que encontraron una pequeña aldea que estaba siendo quemada por los hombres de Tol Rauko. Hikaru no quería detenerse, decía que era mejor que no los vieran y probablemente tenía razón, pero ella no podía abandonar a toda esa gente que estaba en peligro, tenía que ayudarlos a salir de sus casas y esconderse en los bosques. Eso hizo, intentando que los hombres de la organización no la descubrieran. Hikaru siguió entonces su camino y ella se quedó en el pueblo, ayudando a reconstruirlo con los supervivientes después de que los agente de Tol Rauko se fueran. Pasó allí varios meses, hasta que decidió volver a ponerse en marcha. Debía encontrar a su hermano y ayudarle, aunque, con el tiempo que había transcurrido, ya no estaría donde esperaba.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Capítulo uno: La copa roja

girl in rain by Masway

Aquella noche del dos de Diciembre de 989 caía una lluvia torrencial sobre Markushias, capital de Phaion Eien Seimon. Entre la niebla y el ajetreo de los descargadores portuarios nadie se fijaba en la pequeña figura que acababa de desembarcar. Vestida completamente de negro y con una capucha ocultando su cabeza avanzaba temerosamente entre la leve niebla que se levantaba. Su mente divagaba en los últimos acontecimiento cuando una voz resonó en su cabeza. "Te estaré esperando". Sin respuestas continuó el camino que continuaba hacia la ciudad.

-Eh, chica. -sonaba entre las sombras. - ¿Nueva en la ciudad?

Aquella chica miraba recelosa buscando indicios de quién puede ser aquel extraño individuo.

-Mi nombre es Louis Amstrong y siempre propongo el mismo trato a distintos aventureros. Un hospedaje en mi casa a cambio de las historias vividas. -la chica seguía inerte frente a Louis, sin dar respuestas, sin saber que hacer. -Vamos, no tengas miedo. Voy desarmado y usted porta dos afiladas armas. -sin mostrar su sorpresa, la chica cerró más aún sus ropajes para esconder del todo las dagas que ocultaba.

Cierto es que ella iba armada y no temía a nada ni a nadie, pues en su mente se encontraba un mar embravecido que nublaba sus pensamientos y le hacía incapaz de pensar con claridad; pero en un momento de lucidez se dio cuenta que estaba sola en la ciudad y sin ningún rumbo que seguir y con un leve movimiento de cabeza pudo dar a entender a aquel misterioso hombre que aceptaba ese trato.

La casa de Louis era un tanto peculiar, parecía el hogar de un noble cuyas riquezas quedaron desvanecidas tiempo atrás y solo tenía entre sus manos un mero papel donde se le nombraba como noble. Una gran mansión desaliñada, paredes desgastadas, un césped descuidado y un tortuoso silencio que delataba la falta de personal de servicio. Pero con orgullo dio la bienvenida a la chica y mostrando con agrado su casa le dio paso al salón donde tras un breve silencio, la lluvia quiso acompañar y, consigo, cesar de tronar.

Tras un pequeño tentenpié acompañado de una copa de vino, la hora del relato se encontraba cerca y aquella chica decidió hablar por primera vez desde que llegó a la capital.

Mi nombre es... Emilie Diccoco. -Pronunció no muy convencida la muchacha y tras estas palabras, declaró que su vida de aventurera no era mucho de lo que esperar; sin embargo, Louis, le brindó la oportunidad de contar un relato que si pudiera contar. Como era su pasado y el motivo de porqué viajar.

La pobre chica recordaba con angustia los últimos acontecimientos vividos y empezó a relatar la historia de Emilie Diccoco, una desafortunada chica prometida con un hombre al que no amaba y huyó para escapar de su destino. Conforme con la historia, Louis brindó por la suerte de la muchacha e indicó a Emilie sus aposentos del día de hoy declarando, en su despedida, que a la mañana siguiente no estaría en casa, por lo que estará libre de tomar algo si lo deseara y partir cuando quisiera.

Y así fue...

A la mañana siguiente, la chica despertó y se fue de dicha casa, sin tomar aquel desayuno para no abusar de la hospitalidad, y cruzó la calle, giró la esquina y continuó hasta llegar al centro de la ciudad. Pasada la mañana en Markushias sin saber que hacer ni donde ir, pudo observar un grupo misterioso de hombres que discutían sobre una dirección. Antes de poder evitar conversaciones innecesarias y siendo ya tarde para dar media vuelta y andar cale abajo, uno de dichos hombres se dirigió con decisión hacia la única muchacha que se hallaba en la calle.

-Disculpe, buscamos a un hombre llamado Louis Amstrong. ¿Lo conoce, señorita?
-No -dijo instintivamente- Acabo de llegar a la ciudad.
-Perdone las molestias. -dijo mientras se daba la vuelta. -Creo que debemos buscar en todas las casas del barrio. -murmuró a sus compañeros y, acto seguido, se separaron y se perdieron por las calles.

La pobre muchacha se quedó petrificada ante tal panorama y sin razón aparente caminó calle arriba con decisión. La gente solo veía a una chica adinerada paseando por el barrio rico, quizás sea familiar de algún vecino. Lo que realmente hacía era volver al lugar donde pasó la noche... aquellos tipos no parecían de fiar. Y al llegar a la casa observó que la puerta estaba abierta...¿había llegado tarde?

Al cruzar el umbral de la puerta pudo oír a los individuos que antes encontró como afirmaban que estaban en la casa correcta y que buscarían al "monstruo". Sin saber de que hablaban, la chica se quedó allí de pie y observando como aquellos hombres se daban la vuelta y encontraban a la chica, a la misma chica que antes preguntaron, firme en la entrada.

Claro que había mentido, claro que ellos se dieron cuenta y claro que ella sabe que se dieron cuenta... pero algo se les escapa de su comprensión; pues tras desenvainar las espadas y atacar a la muchacha, ella, con un solo movimiento, paró sin dificultad las armas de sus atacantes y, con un movimiento elegante, las armas tintinearon en el suelo.

Aquellos hombres se quedaron atónitos al ver a aquella chica quieta en la entrada y portando dos majestuosas dagas. Pero esos hombres no son del tipo de hombre cobarde y, recogiendo sus armas, atacaron de nuevo a la muchacha. Varios minutos pasaron sin que los hombres desistieran cuando Louis apareció por la puerta que llevaba al sótano. Los hombres armados lo vieron y decidieron al unisono atacar al noble. Atacar a la chica les mantenía con vida, pues ella no iría a dañar a gente que solo le ataque a ella... el problema es cuando deciden dañar a otros, sobre todo a buenas personas como Louis.

Un parpadeo, un leve suspiro y tintineo de armas caer. Y allí se encontraba la pobre muchacha, varias gotas rojas salpicaban su rostro pero ella no estaba herida. ¿Victoria? No lo parecía, su mente aún divagaba. Pero la mano fría de Louis sobre su hombro con una gran sensación de agradecimiento pudo hacer que la pobre chica volviera en si.

Claro que había mentido, ni Louis sabía quien era; pero le regaló un anillo y una explicación. Él era un vampiro, y ellos querían ejecutarle; sin embargo, la pobre chica no se sorprendió, pues ella también mintió. Tomó el anillo, se despidió de Louis y continuó el camino hacia el este.

Claro que había mentido, ni se llamaba Emilie Diccoco ni era una pobre noble indefensa que huía del matrimonio.

Era Lylianna Nordin, una pobre burguesa... pero no estaba indefensa.



La despedida de Edward

Du'Lucart, 27 de Agosto de 970 

Mi querida Lylianna: 

Si lees esa carta, o bien acabo de morir, o bien alguien que no debería conocer de su existencia la ha obtenido. Reconocerás a lo largo de ella cambios de tinta, lógico a lo largo de tu vida pienso ir escribiendo todo aquello que te oculté... 

Lo primero que quiero que sepas es como nos convertimos en la familia Nordin: Hace exactamente dos años yo no era el prof. Edward Nordin, yo viajaba por el mundo junto a mi esposa, Mirella, de un momento a otro ella rompería aguas; Sin embargo, recibimos un encargo un tanto especial. Quisiera aclararte antes de que Mirella y yo nos ganábamos la vida como mercenarios,en ocasiones por causas justas, en otras no tan justas. Pero siempre había recompensa: Que se nos perdone la vida, no pasar por prisión, rescatar a algún compañero y, alguna que otra vez, nos daban dinero o algo útil. 

Aquella vez una familia bastante influyente nos pagaba 1000 Escudos de oro por un asesinato, teníamos que matar a un bebé que nacería esa noche. Era un hijo bastardo de el primogénito La madre es una jovencita arlon que estaba tratando escapar de ellos. Necesitábamos el dinero para darle a nuestro hijo un hogar digno y empezar de cero, acepté el encargo. 

Por desgracia, antes de partir, Mirella rompió aguas, la llevé tan rápido como pude a un hospital, pero no llegué a tiempo. Mirella murió dando a luz, y mi hijo nació muerto... 

Dejando a Mirella en la morgue oculté el cuerpo de mi difunto hijo y me dirigí a buscar la chica arlon. Cuando la encontré ella acababa de dar a luz a una niña con unos cuantos cabellos rojos como una llama sobre su cabeza. La muchacha me miró aterrada y a punto de llorar, apenas me vio se aferró a esa niña como si la vida le fuera en ello. Le propuse a la muchacha un trato intercambiar el cuerpo de mi difunto hijo por la niña. Aceptó y marché a Lucrecio. 

Por el camino recibí la peor noticia que me pudo haber llegado, quien nos falsificaría la documentación había sido detenido, aún así intenté entrar dentro con la niña con identidades falsas.

"Afortunadamente" camino a Lucrecio una repentina explosión me hizo perder el conocimiento. Desperté al par de días en un hospital de Du'Lucart, mi nombre estaba cambiado y tú figurabas como hija mía. En el hospital tuve una insólita visita, se trataba ni más ni menos que de el príncipe Lucanor Giovanni en persona. En aquella habitación en la que nos encontrábamos los tres me explicó que conocía mi identidad y que por mis crímenes me buscaban en casi todo el continente, de ahí el cambio de nombre; también sabía que tú no eras mi hija y me preguntó por ti, tras contarle todo lo que te acabo de contar me ofreció trabajo como profesor de herbolaria en la gran universidad, a condición de que tú y yo viviéramos en ella como Edward Nordin y su hija Lylianna Nordin. No dio explicaciones de porqué tan generosa oferta. 

28 de Octubre de 989 

No me arrepiento de la vida que entre todos te hemos dado: Sé que estás muy consentida por ser la única niña, y que te hemos encerrado en un enorme laberinto lleno de respuestas que no necesitas, quizás por eso no te guste estudiar, ninguno de nosotros te hemos permitido hacerte preguntas porque te las contestábamos antes de que las pensaras. 

La esgrima es la única disciplina en la nadie te facilitó las cosas, y fue tu preferencia. Un caso muy curioso según Cedric, que te cosidera la "hoguera de la universidad". La verdad, es imposible evitar que llames la atención allá donde vallas, todos suelen quedarse mirándote, embelasados, envidiosos o estudiándote...No sé si he sido un buen padre para tí, ojalá sí, me resulta curioso que, sin compartir sangre contigo, mis compañeros me hablen de ti como una hermosa e inteligente dama y yo solo veo una niña presumida. No soy el único que te considera la llama cálida de esta Universidad. Me recuerda a un encuentro de hoy en el que se volvió a hablar de ti... No voy a dar más rodeos. 

Si lees esta carta me han encontrado y asesinado, por consecuencia a ti también te han encontrado. Lo ultimo que supe es que saben que vivo en la universidad junto a mi hija. No te vayas de Lucrecio, solo aquí estás segura, caiga quien caiga, aquí estás absolutamente protegida, y quiero que así sea. También debes asumir, si te quedas, que yo no seré el único que caiga. 

Amigos o enemigos, nunca estarás sola en tu camino. 

Y otra cosa, si merece la pena luchar, lucha. 


 Hector Veins

(Carta de "Dulces Mentiras")

lunes, 26 de noviembre de 2012

Recuerdos de una vida pasada



Poco después de acabar la Gran Universidad de Lucrecio decidí irme de viaje para conocer el mundo y sus secretos.

Nada más salir de la ciudad me encontré a una chica muy alta y guapa de pelo negro, sorprendentemente me resultaba familiar y pienso que ella sentía lo mismo ya que nuestras miradas se cruzaron y mantuvieron durante un buen rato. 

La primera noche la pase en el campo a las afueras. Me sentía observado y mire alrededor. Era la chica de antes, le pregunte su nombre, dijo "Yorura, Yuri para los amigos". Al oír su nombre vagas imágenes me llegaron a la mente, de repente Yorura me abrazo no se por qué pero no quería separarme de ella. Después de hablar un buen rato con ella, me contó unas historias que en aquel momento no creía pero que poco después me daría cuenta de su veracidad. Con sus palabras la idea de viajar y sobretodo de conocer los secretos del mundo, se acrecentaron.

Cogí un zepelín hacia Markuxias, el la sala de estar la vi, la dama más hermosa que había visto nunca, la primera mujer en toda mi vida que a primera vista me robo el corazón, ella y solo ella, Ailyn. Como es comprensible fui a  hablar con ella y decidimos viajar juntos.

Tuvimos una aventura junto a otro compañero, DAEVAR (no tengo nada contras los de color pero me traen recuerdos de una gamberra de la universidad que siempre iba con un daevar) nosotros tres recorrimos un cacho de mundo, cada día que pasaba mi amor por Ailyn se hacia mayor pero no podía decírselo porque ella no sentiría lo mismo. En una de las aventuras llegamos a un orfanato (en aquel momento no lo sabia pero allí seria donde perdería a la parte mas importante de mi vida), los niños de este no eran del todo normales al igual que nosotros. Necesitaban algo de ayuda y la obtuvieron, solo consistía en conseguirles un par de medicinas del puerto, pero cuando volvíamos victoriosos yo me convertí en perdedor. Perdí a lo único que me importaba en la vida por decirlo de alguna forma fue como si me arrancaran el corazón. Una bala de cañón golpeo el tejado y una de las niñas que nos ayudaban cayó, Ailyn sin pensárselo dos veces me dijo " Esta será la ultima vez que me aleje de ti"  y se lanzó a salvar a la joven no se como pero después de eso caí inconsciente cuando recobre el conocimiento le dije al daevar que necesitaba verla y fui a buscarla pero, para mi sorpresa, el orfanato ya no estaba. 
Desde ese momento voy vagando por el mundo junto a Yuri.


domingo, 25 de noviembre de 2012

Transfonde Ailyn



~~Hace ya tantos meses que dejé todo atrás , solo recuerdo esas voces que me resultaban tan dulces como la brisa que recorre  mi cuerpo~~

Mis días pasaban uno tras otro sin tener tiempo para mí , pero no me preocupaba porque hacía lo correcto , yo pensaba que era lo justo ,que debía cuidar a estos niños indefensos...Estos pensamientos me dieron la fuerza suficiente para poder construir de nuevo nuestro hogar , sinceramente se debería llamar orfanato, pero odio esa palabra porque no es un orfanato, es el hogar de todos mis hermanos.

Después de algunos meses ,``el hogar`` fue construido gracias a todos y esto me llenaba de alegría pero dentro de mí faltaba algo ,no sé si era esa libertad por la que escapé una vez o esa dulce voz que hacía de mis días fueran los mejores de mi vida, pero al fin al cabo me decía a mi misma:''Soy muy injusta ,ellos están indefensos lucha por ellos`` . Pero.. ¿Por qué me pasaba esto?

Después de varias semanas o algún mes no me acuerdo bien, mi hogar estaba perfecto y me llevé una gran sorpresa, mis queridos hermanos me prepararon la maleta , yo pensé que nos íbamos de excursión pero no fue exactamente así , mi querida hermana pequeña , se llamaba Vaniska , dijo en alto todo lo que no pudieron decir los otros pero se podía leer en sus caras llorosas , en unas breves palabras resumidas : ``¡Lucha por lo que más quieres! ¡Encuentra a tus amigos y a tu dulce voz!``
En ese momento supe que lo que añoraba era lo más que he querido en mi corta vida y ese es Jor.

Cogí mis cosas ,me despedí de mis hermanos y de mi hogar y partí  acompañada de mi querida y antigua compañera Yuna   hacía cualquier sitio donde pudiera conseguir oír de nuevo a Jor.

``Esta  será la última vez que me aleje de ti`` con estas palabras en mi mente partí.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Dulces Mentiras




Aquella noche a finales de noviembre me encontraba bastante nerviosa, era la primera vez que mi padre llegaba tarde a una cena de la universidad, y sobretodo a una tan importante como esta; El príncipe Lucanor Giovanni acababa de volver junto al Prof. Cedric Adams de un viaje que emprendieron hace un mes en busca de unas ruinas. Tampoco es que me interesara tanto el asunto...

Me encontraba sumida en mis pensamientos mirando por la ventana, hacía una noche preciosa, pero las puertas de la sala se abrieron y apareció el conserje con una carta alegando que la han dejado sobre su mesa, aunque no vio quién; La carta iba dirigida a mi, la abrí y leí sin poder creer lo que veían mis ojos.

Cerré la carta de golpe, no quería que nadie más leyera una sola palabra, aunque el remolino de gente que se formó a mi alrededor me indicaba lo contrario, los que estuvieron detrás mía trataban de no expresar nada, pero su actitud les delataba.

De repente, escuchamos a una chica gritar desde las habitaciones, encontraron el cadáver de mi padre, no me dejaron verlo, simplemente me ordenaron meterme en un carro que ya estaba esperándome en la puerta y nos dirigimos a toda velocidad a la casa de Cedric, pasé la noche en el cuarto de invitados, no quería cenar, tampoco hablé con nadie, no recuerdo ni quién vino exactamente a visitarme, escuché la voz de la rectora Kappel, noté la manaza de Ángelo sobre mi hombro con gran pesar, escuché los tacones de Cordelia, y muchos intentos de Cedric por obtener una respuesta mía, aunque solo fuera asentir o negar.

Al día siguiente enterraron a mi padre, Edward Nordin. Cedric me acompañó todo el rato, al fin y al cabo era su mejor amigo. A la noche le pedí a Cedric que me dejara dar un paseo hasta la universidad, de camino cogería mis cosas, pero no le confesé que no pensaba volver... Fui hasta el puerto no había nadie, sólo un barco sin nombre. El capitán me miró y me hizo señas de que me acercara, me dijo que partían ya, que subiera, y que no tenía que pagar nada, cuando zarpamos miré a Lucrecio por ultima vez y vi una figura encapuchada mirándome, con una dulce voz me dijo:

"Te estaré esperando"

Cuando llegamos, en cuanto bajé del barco, zarpó en dirección opuesta.